Ver como se escapa entre tus
dedos el humo que se desvanece en segundos es algo mágico, atractivo y llega a
un punto donde jugar con él se convierte en un hábito entretenedor.
Fumar no es más aspirar un humo,
el cual da una vuelta en tus pulmones dejando a su paso rastros imborrables y
marcas profundas que se irán notando con el tiempo, con el fin de devolverlo a
través de una exhalación o un soplo. Si detallas un poco más; el fumar no es un
vicio que a muchos relaja y a otros incomoda, a unos fastidia y a otros
tranquiliza.
Pero en realidad ¿Es bueno para
tu salud y quiénes te rodean? Según un estudio realizado por la página web http://www.cancer.org/ y más directamente en
un artículo que trata sobre “el uso del
tabaco en niños y adolescentes”; nos
da a conocer en cifras reales sobre esta
“costumbre” está delimitando cada
vez más su uso y atrapando a menores de edad, niños y adolescentes que llevados
por esta moda caen en un ciclo; desencadenando enfermedades a corto plazo y
generando en ellos una adicción cada vez mayor.
No puedo negar que una vez probé
solo por el hecho de saber que se sentía, o que producía; pero en realidad la
experiencia fue desagradable y poco llamativa. El cigarrillo para mí, no es más
que otro problema social que se suma a los que ya tenemos -drogadicción,
alcoholismo, delincuencia- y donde las políticas de restricción y venta a
menores de edad son tan pocas, no hay unos medios de prevención adecuados,
información veraz que permitan decidir si es nocivo o no para nuestra salud.
La decisión de fumar o no, es de
nosotros mismos; en nuestras manos está la decisión de para o esperar que nuestro cuerpo nos
grite y diga “Basta, ya nos más; no me hagas más daño”.
Ferney T. Palacios