Recuerdo esas
noches donde el calor de la familia hacia ratos agradables, reunidos alredero
de un pesebre era lo más esperado durante todo el día, donde los amigos
jugábamos a aguinaldos y donde los buenos deseos los escribíamos para que
permanecieran y se hicieran realidad.
Esos momentos
únicos donde escribíamos la carta al niño Dios y donde nos sobornaban con un
“pórtate bien” para que en navidad te salieran con el regalo que querías, esas
doce de la noche que era un eternidad para nosotros a la espera que nos nombraran para poder descubrir algo que ya sabíamos que era.
La cena navideña
que por lo general se hacía en casa, con sabores naturales, acompañados de la
noche buena de la abuela y del vino cariñoso que a mi papá tanto le gusta, los
villancicos que tarareábamos cuando no lo sabíamos, y las oraciones que eran más
que un himno que repetíamos por nueve días.
Las familias unidas
para tener la excusa de cenar y beber alrededor de un árbol, esperar que fuera
la una de la mañana para dejarnos dormidos e irse a disfrutar su navidad, El
decorar las calles y pintar los andenes ya no es prioridad en las personas,
hacer el año viejo alusivo a personajes de moda era lo más divertido y pedir
entre los vecinos la colaboración para rellenarlos de diversión y luces de
colores tan solo son cosas de nuestra infancia y de los recuerdos que al pasar
los días se pierden cada vez más.
Espera la canción
de “faltan cinco para las doce” para corren donde tus papás y compartir con ellos el año que se va y el nuevo que inicia frente a tus ojos, atragantarnos con esas
dichosas doce uvas que por lo general siempre nos quedan algunas, llenarnos los
bolsillos con lentejas para la prosperidad y un billete para que nunca nos
falte el dinero.
Lo más bonito de
esta época es estar al lado de las personas que más queremos, esas que nos han
acompañado durante estos trecientos
sesenta y cinco días, recordar a las personas que se nos fueron de nuestros
lados, guardar sus sonrisas en nuestras almas y dejar que nuestro ser se llene
de gozo porque gracias a Dios tenemos aún vida y que la podemos seguir
compartiendo con las personas que tenemos a nuestro alrededor.
Feliz navidad y un
comienzo de año dos mil quince lleno de bendiciones y éxitos para todas las
personas que quiero.
Ferney T. Palacios